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Los árboles deben ser defendidos

Fuente: Abc color.

Cada mes de agosto florecen los lapachos y todo el mundo queda encantado por su belleza, se les sacan miles de fotografías y se los llena de emocionados elogios… hasta que termina la temporada de floración y los mismos ejemplares que concitaron tanta admiración general retornan al olvido, al abandono y al peligro de la motosierra.
Entran entonces los taladores que se encargan de “podar”, que en nuestro país significa sacarle al ejemplar hasta la última rama y última hoja. Muchos árboles viejos no soportan esta depredación perpetrada con el aparentemente inofensivo nombre de “poda”, y se secan. Los más fuertes resisten pero quedan atrofiados, con ramitas raquíticas y, en casi todos los casos, incapaces ya de volver a florecer.

Los peores enemigos de los árboles de la vía pública son los tendidos eléctricos y los carteles publicitarios. En los predios particulares son la construcción facilista y la necesidad de estacionamiento.

ANDE mutila los mejores en forma de “V” alegando tener que proteger sus conductores aéreos; en cuanto a la cartelería publicitaria, el abuso que cometen sus instaladores en perjuicio del patrimonio ambiental de las ciudades es de única y exclusiva responsabilidad municipal.

En los predios privados los árboles se hallan completamente desprotegidos ante la acción de los propietarios. Si se contabilizara cuántos añosos ejemplares de tajy, yvyrapytã, yvyraro, kurupa’y, yvapovõ y tantas otras especies nativas se talan todos los días en Asunción y alrededores para edificar, tendríamos una cifra escalofriante.

Los propietarios quieren eliminar la vegetación para tener más espacio para construir. Muchos arquitectos y constructores, que conocen bien el valor estético de un ejemplar arbóreo de 100 o 200 años, lo sacrifican tranquilamente en vez de esforzarse en hallar una solución que haga compatibles las edificaciones con la vegetación preexistente en los predios. Lo más fácil para un proyectista es comenzar por pelar el terreno.

¿Y la Municipalidad? La preocupación que las municipalidades sienten por cumplir su función de protección ambiental ni vale la pena analizar. La mayoría de las municipalidades del país carece de técnicos y de paisajistas, aunque de seguro muchos funcionarios cobran salarios bajo esos rubros.

Cuando los intendentes anuncian que van a sembrar árboles en la ciudad hay que agarrarse la cabeza.

 

Si intentan ornar con vegetación las vías públicas, los “expertos” municipales plantan cualquier cosa, como árboles que con el tiempo serán enormes junto a palmeritas, arbustos decorativos al lado de especies de gran copa, hasta enredaderas, que se encuentran en los paseos centrales de rutas y avenidas, sin orden ni sentido estético, destinados a desaparecer en poco tiempo por falta de riego, de sanitación o de armonía con el entorno. Hasta hubo un intendente que hizo cortar las ramas grandes de los árboles de la plaza Infante Rivarola “para que entre el sol”.

Las disposiciones municipales de protección de la cobertura vegetal de la ciudad son, en Asunción, completamente inocuas, y la prueba de este aserto está a la vista. Basta recorrer las principales avenidas de la ciudad y constatar la enorme cantidad de especies arbóreas que son diariamente eliminadas en terrenos particulares, en veredas y paseos centrales, con diversos pretextos o sin ninguno.

Crimen Verde

Hay ejemplares de 200 años que en dos horas son convertidos en leña. No hay vigilancia municipal, no hay intervención, no hay sanción. A nadie le importa; y si se reclama, se responderá que “hay muchos otros problemas más graves que resolver”.

Los lapachos, los jacarandás, los yvyrapytã, los chivatos y tantos más continuarán floreciendo puntualmente en sus épocas, pero serán cada vez menos numerosos. Se irán muriendo con las podas salvajes y la falta de vigilancia e intervención sanitaria. Serán luego reemplazados por palmeritas y especies exóticas, de crecimiento rápido y exentos de necesidad de atención… pero también de flores

“Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero.”  Jefe Indio Noah Sealth 

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